16 noviembre 2009

Pobres por TV



San Marcos Sierras, a 150 kilómetros al Noroeste de Córdoba capital y donde, dicen, empieza el Norte y el feudalismo.

Don Pesoa,
Quiera dios, esa figurita difícil con brillantina, que se halle usted bien, donde sea que se encuentre al momento de recibir estas líneas.

Pesoa, anduve de paso por Buenos Aires pero me ha sido imposible ubicarlo, hasta me di una vuelta de madrugada por los cabarutes aledaños a la estación Constitución, pero estaba lleno de menores secuestradas por la trata y no me lo imagino a usted metido en esos antros, así que esta carta le llegará por correo. Viajé por unos días aprovechando que me regalaron un boleto de avión en la intendencia del pueblo, por cada sachet de glifosato con el logo de la Federación Agraria que incluí en el bolsón para los jubilados sumé leguas aéreas y me gané el viaje con el que, gracias al viento de cola generado por los desmontes para sembrar soja y pinos, pude hacer el trayecto Córdoba – Buenos Aires, en poco más de siete minutos, imagínese usted cómo será la cantidad de desmontes para generar ese chorro de viento. La azafata me trajo un café y se quedó paradita a mi lado, yo tragué ese líquido negro, le dije gracias y me contestó: “Bájese que ya aterrizamos”.

Allá en la ciudad aproveché para hacerme el control de la vista, por esta enfermedad que tengo de la visión crítica. Pesoa, lamento decirle que voy de mal en peor, y eso que cambié de galeno, porque gracias a que un primo mío policía exonerado por gatillo fácil se quedó con la cobertura médica de otro compañero y encima nos parecemos bastante, me hice pasar por él y me atendí en un flor de consultorio.

El tipo me recomendó lo mismo, mirar televisión en horario central, y otra vez me tuve que tragar al guacamayo que grita como si lo estuvieran empalando y gozara, no sé si usted lo ubica al tipo este del que le hablo, el que tiene un show nocturno de musicales con minitas que derrochan simpatía y siliconas por todas partes y ahora nos dice qué es la inseguridad y la libertad. Pesoa, parece que el tipo sabe, aunque a veces se pone en despreciativo porque dijo que “hay un MONTÓN de gente que me está mirando”, y ahí, ya de entrada nomás, trató al público de montonera, de turba, y justo cuando presentaba a un grupo de pibes pobres con la piel color tosca, que son los que más ráting dan y que habían sido traídos desde la comunidad Yacuí, en Tartagal, provincia de Salta. Más de lo mismo, Pesoa, traen pobres para exhibirlos y le meten musiquitas de fondo para que usted lagrimee un rato y después le enchufan un cantante en vivo. Y esto de los cantantes en el estudio yo lo venía entendiendo porque tenía coherencia, es decir, mi escasa intelectualidad comprendía la conexión entre ese tipo de programa perverso y Alejandro Lerner sentado al piano o la presencia de Jairo, un tipo que tiene la postura ideológica de un coatí, cantando su balada número 714.

Pero óigame esto que le bato, Pesoa. En medio de los pibes salteños se puso a cantar el mismísimo Víctor Heredia…si Pesoa, le juro que era Víctor Heredia, el que escribió el Taky Ongoy !!!.....porque me chimentaron que ahora la producción del guacamayo busca cantantes morenos para tener la pantalla a tono, pero con Heredia mi cabeza explotó. Pesoa, lea este pedacito de texto que lleva el número 7, acompaña el CD Taky Ongoy y está escrito por este tal Víctor Heredia, lea bien y después me dice si estoy errado o tengo algunos caramelos sueltos en la mollera:

“Casi cinco siglos de destrucción sistemática y de obliteración cultural han contribuido a la desaparición de tumbas, centros religiosos, poblados y también a la extinción de las artes. NO HAY EXCUSA para quienes pudieron desde sus lugares tratar de frenar ese proceso de involución cultural. NO HAY EXCUSA porque vastas generaciones hemos crecido en la equivocada creencia de que nuestros indios eran seres bárbaros y sin inteligencia alguna”.

Pesoa, ¿adónde quedó el tipito que escribió esto? ¿Qué le paso en el medio que ahora se abraza con el guacamayo? ¿Qué excusas va a poner para justificar que se ha prestado a una infamia sólo por figurar? ¿Se da cuenta, Pesoa, hasta qué punto una persona puede ser cooptada por la lucecita de una cámara de televisión? Ya sé Pesoa, usted, de jodido que es, me dirá que no le asombra porque la Negra Sosa apoyaba a Mauricio Macri, pero a la Negra uno la quería por su voz, en cambio, este tipo nos metió el verso de que además de entonar era pensante, y nos compramos el buzón con todas las cartas adentro.

Ya de regreso, sentado otra vez dentro del aeroplano, la azafata me sirve un café y me avisa que estaba recalentado, ácido y con hongos verdes porque la cafetera venía enchufada desde un viaje a Siberia con escalas cuando Aerolíneas Argentinas era privada. Yo le agradecí y le pedí otro más porque la muchacha era coherente y no me mintió, el café era un asco. Hubo viento sojero de frente, tardamos 17 horas y aterrizamos adentro del lago San Roque, que está seco y viene perfecto como pista. Lo compadezco a usted que viaja toditas las semanas a Buenos Aires, y yo no sé, Pesoa, yo no sé con qué necesidad.

Que ande bien.

Luis Logullo
Barrio de La Banda, San Marcos Sierras, Córdoba.